Deseos enredados

Entró en la cafetería, su corazón se aceleró con anticipación. Este era el día en que finalmente iba a conocerlo. Habían estado hablando en línea durante meses y habían formado una conexión profunda, pero nunca se habían conocido en persona. Mientras miraba alrededor de la tienda llena de gente, se preguntó si él ya estaba allí. Escaneó los rostros de las personas sentadas en las mesas, pero ninguno de ellos se parecía al hombre del que se había enamorado.

Pidió su café y se sentó en una pequeña mesa cerca de la ventana. Ella revisó nerviosamente su teléfono, esperando que él llegara pronto. Mientras esperaba, comenzó a dudar de sí misma. ¿Qué pasaría si no le gustara en persona? ¿Qué pasaría si su conexión solo estuviera en línea? Ella trató de sacar estos pensamientos de su mente y concentrarse en la emoción de finalmente conocerlo.

Mientras bebía su café, notó que un hombre caminaba hacia ella. Ella lo reconoció inmediatamente por su foto de perfil. Era aún más guapo en persona que en sus fotos. Su corazón dio un vuelco cuando se acercó a la mesa.

"¿Está ocupado este asiento?", Preguntó con una sonrisa.

Ella negó con la cabeza y le devolvió la sonrisa. "No, es todo tuyo".

Pasaron las siguientes horas hablando y riendo. Tenían mucho en común y su conexión era aún más fuerte en persona. Cuando el día se convirtió en noche, decidieron dar un paseo por el parque. Caminaron de la mano, disfrutando de la brisa fresca y la compañía del otro.

Mientras estaban sentados en un banco con vista al lago, él se volvió hacia ella y le tomó la mano. "Sé que solo nos conocemos desde hace poco tiempo, pero siento que te conozco desde siempre. No quiero pasar otro día sin ti a mi lado. ¿Serás mi novia?"

Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras miraba sus profundos ojos azules. "Sí", susurró. "He estado esperando que me preguntes eso".

Se besaron bajo las estrellas, sabiendo que habían encontrado algo especial. Desde ese día en adelante, fueron inseparables. Se fueron de aventuras juntos, probaron cosas nuevas y se acercaron aún más. Sabían que habían encontrado el que habían estado buscando.

Años más tarde, se sentaron en un banco en el mismo parque donde habían compartido su primer beso. Sacó una pequeña caja de su bolsillo y se arrodilló.

"¿Quieres casarte conmigo?", preguntó, con los ojos llenos de amor.

No podía creer lo lejos que habían llegado de esa primera reunión en la cafetería. Ella sabía sin lugar a dudas que quería pasar el resto de su vida con él.

"Sí", dijo, con lágrimas corriendo por su rostro. "Me casaré contigo".

Mientras se abrazaban y besaban, sabían que habían encontrado su eternidad el uno en el otro.